Palenque es una ciudad pequeña pero muy conocida en el corazón de Chiapas. Cuando llegué a Palenque, caminé como siempre a mi hostal con mi compañero de viaje en este momento. Antes de llegar, había oído que Chiapas era el estado más pobre de México y, la verdad, no le di mucha importancia. Probablemente porque todo lo que me habían hablado de referente México (peligro, etc) no había sido cierto. Esta vez, sin embargo, pude ver la diferencia. Las casas eran más pobres, la gente vestía de forma más sencilla y simple, los medios de transporte se reducían al mínimo: autobuses y coches, etcétera. Y en cuanto a la comida, sólo habían puestos callejeros y apenas restaurantes. Para ser sincera, me sentí casi mal caminando entre la gente hacia mi hostal como una persona blanca con mi mochila. Osea la gente de Paleque probablemente sólo sale de Palenque por trabajo o familia. Todavía recuerdo la mirada de una mujer, que me miraba más directa que lo nunca había visto antes o después. Esa mirada simplemente lo decía todo. Era la expresión de la diferencia entre nosotras. La diferente situación económica, las diferentes posibilidades… simplemente todo. Y, por favor, no me malinterpréis, no tuve la sensación de que la mujer me quisiera robar o que quería intentar a hacerme daño. Simplemente fue un golpe de realidad que tuvo su efecto.

Las calles de Palenque no son todas así, por supuesto. Se nota en todas partes, pero más en unos rincones y menos en otros. Hacia el centro, por ejemplo, hay una cantidad increíble de puestos de comida callejera con todo tipo de delicias, como horchata de coco (una bebida de coco muy chula), tamales (una especie de papilla de cereales con carne, patatas o incluso dulces mezclados, que no parece a nada pero es sorprendentemente sabrosa y te llena), batido de plátano, etc., de los que personalmente me enamoré en Palenque y ¡realmente eran ridículamente baratos! Y ¡tan buenos! ¡Dios! 😀 Por cierto, con barato me refiero a menos de un euro. Los tamales cuestan menos que 50 céntimos y dos me llenan. Así que: baratísimos. Además de comida callejera buenísima, también hay tiendas de recuerdos en cada esquina del centro. Aquí puedes encontrar esas coloridas pulseras trenzadas que parece que todo el mundo te ofrece y que también se venden en la calle. En cuanto al precio: 5 pesos para los locales, 10 pesos para los turistas y si es más que eso yo seguiría caminando porque -> ¡estas cosas están realmente en todas partes! Pero tú eliges 😊 Yo misma me compré tres pulseras en Palenque, que aún hoy uso con mucho amor, igual que mi pulsera de Mérida 😊

Aparte de eso, el centro o la zona turística de Palenque está relativamente bien visitada, pero no es sobrepopulada o algo porque Palenque en sí no tiene demasiados lugares turísticos. Estos están más en los alrededores de Palenque: Misol-Ha, Agua Azul y la Zona Arqueológica de Palenque. Y sí, ¡cada uno de estos lugares merece completamente y cien por cien la pena! Como la mayoría de los turistas no tienen tiempo ni ganas de ver cómo llegar a cada uno de los lugares por su cuenta – porque sí, claro que se puede -, la mayoría compra un tour y visita las dos cascadas (Misol-Ha y Agua Azul), igual que las ruinas, en un día. El resultado es que la gente que te quiere vender estos tours no para de hablarte. Y eso si puede resultar algo molestante. Al mismo tiempo, sólo quieren ganarse su dinero así que….

Hay una plaza grande en el centro de la ciudad, donde una vez hubo un espectáculo por la noche mientras yo estaba allí, pero más sobre eso en otro post. Por lo demás, suele haber un mercado instalado aquí, que invita a dar un paseo. Y si cae el cielo encima por una lluvia fuerte, basta con pararse bajo algo durante más o menos media hora hasta 45 minutos.  Luego todo vuelve, el sol sale de nuevo y Palenque aparece con un nuevo esplendor. Es realmente algo 😀 Yo aguanté mi primera lluvia en el hostal y aún recuerdo cómo me subí al tejado de mi hostal después. Desde allí se tenía una gran vista de los tejados y los alrededores. Y también de las cosas que los mexicanos dejan sin terminar encima de sus casas… 😀 También un golpe de realidad.