La Basílica de Santa María de Guadalupe es un area de basílicas o catedrals de la Ciudad de México, donde hay un total de 4 basílicas/catedrals – si no lo recuerdo mal. Y también se puede entrar en tres de ellas. La gran rotonda del principio es la «atracción principal», la Basílica de Santa María de Guadalupe. Justo al lado hay otra catedrál y por un camino se pasa por una más – supongo que también catedrál o Iglesia -, en la que no recuerdo haber podido entrar. Inmediatamente después, sin embargo, llegas a una escalera que te sube a la tercera y última catedral, desde donde tienes una vista muy bonita de las dos primeras basílicas/catedrales.

Como no soy nada religiosa y, por tanto, suelo fijarme solamente en la gran catedral central de la ciudad, no tenía ni idea de que existieran ni esta basílica ni las otras dos catedrales. Había oído hablar de ella en algún momento, pero estaba un poco alejada del centro y, como no soy muy de ir a la iglesia, no me interesaba mucho. Sobre todo porque, según unas fotos que vi, la basílica no parece ser para tanto. En algún momento, sin embargo, fui «arrastrada» hasta allí por una amiga que quería enseñarme la zona y, para ser sincera, resultó que simplemente estaba equivocada.

La basílica es realmente hermosa, tanto por dentro como por fuera. Es imposante y moderna, y atrae todas las miradas. Sobre todo por dentro. Con esto quiero decir que, en mi opinión, merece la pena el viaje aunque no eres creyente. En el interior, la basílica tiene un techo alto, una sala increíblemente grande y una estructura de panal en la pared. Realmente fascinante. También puedes entrar en una sala a la izquierda del atril del predicador, donde te subes a unas escaleras mecánicas y pasas junto a una figura de Guadalupe expuesta tras un cristal. Y sí, por supuesto, todo el mundo tenía el móvil fuera 😀
La catedral que está justo al lado de la basílica también es muy grande y está hecha más o menos de ladrillo rojo. No es completamente roja, pero sí rojiza y tiene un aspecto muy elegante y pomposo. También es muy bonita por dentro. Techos altos, mármol y, en contraste con la basílica, una catedral clásica. También me pregunté durante mucho tiempo si tenía problemas de equilibrio o una torcedura en la óptica, hasta que me fijé más. La catedral está ligeramente torcida. No es broma. ¿Y sabes lo extraño que es pasear por un edificio que está ligeramente torcido? ¡¡¡Raaaaroooo!!!
Cuando estuve fuera y miré hacia atrás, lo vi y lo noté un poco más claro. Así que no, las fotos no tienen una torcedura en la óptica, la cosa está ligeramente torcida desde el suelo hacia arriba.

A la última catedral se llega por una especie de camino. Como ya he dicho, es una zona en la que todo esta como “juntos”. Subes las escaleras que tienen arcos encima con un poco de hiedra que los cubre, con árboles a derecha y izquierda que dan sombra, y en lo alto de la catedral tienes una vista realmente bonita sobre los tejados de la catedral y la basílica que hay debajo.
Si vuelves a bajar las escaleras y sigues caminando hacia la «salida», pasarás por una especie de jardín de esculturas con unas cuantas figuras que miran y gesticulan hacia Jesús.

¿Ir o no ir? La verdad es que creo que merece mucho la pena ver la Basílica de Santa María de Guadalupe. Por supuesto, sólo si tienes tiempo, como ocurre con tantas otras cosas en la Ciudad de México. Simplemente es una ciudad muy grande con mucho que ver. Pero, básicamente si creo que merece la pena visitar la basílica con sus dos catedrales. Sobre todo cuando hace sol. Yo estuve allí bajo el sol y rodeada de naturaleza verde. ¡Realmente precioso! 😊